sábado, 31 de marzo de 2007

Una plétora de instintos.


"Cuando, como si de un milagro se tratara, la bella mariposa emerge de la crisálida con las alas desplegadas y perfecta, no tiene, por lo general, nada que aprender, porque su pequeña existencia fluye de su organización como la melodía de una caja de música".
Douglas Alexander Spalding.

La sonrisa sin gato.

Estamos enrollados en nosotros mismos
mientras los objetos son el infinito.
Entonces, si no nos desenrollamos para ser
lo que llamamos objeto, ¿cómo llegar a ser?
De alguna forma multiformes,
de alguna forma, negadores de nosotros mismos
nos trascendemos despojando al sujeto de su contenido,
y de ese modo somos el movimiento que nos disuelve.
Y así permanecemos, perdidos, advertidos, atentos.
Y somos la sonrisa del gato de Cheshire.
La sonrisa sin gato. La pura relación.

Natura enim non nisi parendo vincitur.

Tienta el hombre primitivo con magias y hechizos
fertilizar la tierra,
proteger sus ganados de la peste,
reproducir sus crías.
Luego vuelve sus ojos a dioses caprichosos,
para escapar al fuego, a la riada:
en las aras las víctimas humean,
los altares se bañan de sangre.
Filósofos y sabios -osados, pretenciosos-
dictan estatutos categóricos:
y prueban por razón y libros sacros
lo que debe ser Natura.
Y Natura sonríe su esfíngica sonrisa,
y contempla su efímero apogeo,
esperando paciente -un breve tiempo-
a ver cuál se disipan sus castillos de viento.
Luego llegan los hombres de corazón humilde,
sin esquemas ni diseños prefijados,
contentos con su módico papel de observadores
-observación, comprobación, experimentación, hipótesis-:
Van saltando a la vista del fondo del caos
claros fragmentos de un grandioso Todo;
el homo va venciendo a la Natura,
aprendiendo y siguiendo sus caminos.
Ya brilla en lontananza el cambiante diseño:
mas, ¡ah!, sus fugaces destellos
nos silencian las esencias entrañables de sus piezas,
el sentido del sutil rompecabezas.
Y Natura sonríe, y no traiciona
el secreto que guarda en sus entrañas,
donde vela y oculta celosa
el enigma inescrutable de la Esfinge.
Hilfield, Dorset.