mientras los objetos son el infinito.
Entonces, si no nos desenrollamos para ser
lo que llamamos objeto, ¿cómo llegar a ser?
De alguna forma multiformes,
de alguna forma, negadores de nosotros mismos
nos trascendemos despojando al sujeto de su contenido,
y de ese modo somos el movimiento que nos disuelve.
Y así permanecemos, perdidos, advertidos, atentos.
Y somos la sonrisa del gato de Cheshire.
La sonrisa sin gato. La pura relación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario